lunes, 23 de noviembre de 2015


      Con la mochila preparada

Como si en cualquiera de nosotros anidase una necesidad de huida, así emprendemos un viaje. Más o menos planificado, más o menos organizado, en el momento preciso de pensar en realizarlo acuden  las mil y una expectativas sobre lo que nos va a deparar. Realizamos las pertinentes averiguaciones y con cierta desconfianza hacia los folletos que nos presentan al destino idílico desempolvamos la maleta de las ilusiones y comenzamos la lista. Y en esa lista evitamos el olvido de toda aquella capacidad de sorpresa que nos hará reconocer que aún somos capaces de ilusionarnos con los detalles que nos irán saliendo al paso. Nada puede ser tan frustrante como regresar del mismo viaje con la sensación de no haber descubierto nada que no viniese en el fardo del buhonero que os adoptó antes de emprenderlo. Si la emoción no aparece como cuño del sello visado al regreso, nos hemos equivocado, hemos visto en nosotros al viajero que no somos y no mereció la pena embarcarnos en semejante travesía. Bastante penoso resulta ya el viaje interior que cada quien realiza a diario sabiendo que su agenda está escrita por la obligatoriedad como para negarnos la posibilidad de que la misma senda  nos la vaya caligrafiando. De ahí que he decidido poner encima del buró toda la documentación necesaria para reconocerme afortunado viajero retornado de aquellos  destinos que quedaron impresos en mi memoria y grabados en el alma. Puede, estoy seguro,  que muchos de vosotros habéis sido partícipes de los mismos porque todos en el fondo somos errantes a la hora de sortear horizontes. Para vosotros quizás esté de más la reincidencia en lo ya conocido, visitado, recordado, plasmado. Pero si en alguno vuelve a aparecer aquella instantánea casi ignorada entre las callejuelas pateadas y en ellas renace el deseo de regresar a dicho viaje, habrá merecido la pena este intento confeccionar una guía desde el punto de vista que marque la veleta de los sueños. Quienes busquen orientaciones más prácticas que emotivas, que prescindan de esta lectura; en cualquier agencia les informarán de modo más preciso y  racional. Aquellos de vosotros que gustéis de viajar acompañados desde otro punto de vista, haced un hueco, y dejadme que no sea un solitario. Puede que al regreso reconozcamos que mereció la pena. No en balde sabemos que ningún viaje es más hermoso que el que va y regresa al centro mismo de nuestras ilusiones. ¿Preparados? Allá vamos.
 
Jesús(defrijan)

No hay comentarios:

Publicar un comentario