lunes, 9 de noviembre de 2015


    Mi tía Eusebia

Tras su mirada somnolienta se acumulan tantas vivencias que sería prolijo el esfuerzo por sacarlas a la luz. Lo cierto y verdad es que su paso lento al que acompaña una visión escasa  hace de ella un icono que no pasa desapercibido. Y lo hace desde el marco que la bondad acumula para  dejar constancia de lo que se acumula en su interior. Siempre dispuesta a sacrificarse por los suyos y por los ajenos que hace suyos por más reveses que la vida le haya ido otorgando en un intento cruel por derrumbarla. Se sabe partícipe de los maullidos que pueblan su porche  a modo de guardería felina a la espera de su ración entregando gustosa su compañía callada. Dentro, sobre un aparador lacado, a modo de orla de vida, el retrato del ayer en el que las generaciones se han ido sucediendo, vigilando por ella al cirio que siempre luce sobre la base de la chimenea sin troncos ardientes.  En su costado el tapiz de la cena en el que su papel de María Magdalena le es asignado a la hora de consagrarse a la entrega constante. Sobre el respaldo de la silla de anea la inseparable toca con la que refugiar su aliento del frío al que no se le permite acceso para no helar a los sentimientos que anidan y están por llegar. A voz entrecortada relatará los últimos acontecimientos de la proximidad mientras el humidificador lloverá sobre los pañitos sagrados que planchará con mimo para que luzcan sobre el ara el próximo día de culto. Y solicitará desde la timidez una crónica que hable de los milagros de una aparecida en la cuesta del castillo que logró sobrevivir  a tres intentos de ser convertida en Juana de Arco. Poco importará si es incomprensible desde la razón lo que para ella resulta milagroso. Hace tiempo que se aferró a la fe para no caer en el interrogante sin respuesta del porqué que pocos entienden. Pez que se acurruca sobre el meandro del río para evitar que la corriente se lo lleve a destinos inciertos, nadará con desgana entre aguas turbulentas que le nieguen la calma. Caerá la noche y sobre ella el consiguiente sueño sobre la masa de la ofrenda a sortear en el atrio santo en una  próxima ocasión. Llevará su coquetería al extremo de negarse unas lentes bajo el pretexto del precio y  la certeza de saber que aquello que se ve, se ve con el alma. Hacedle hueco si veis que la sombra de su bastón la precede. Será capaz de permanecer en silencio tomando nota de todo aquello que la vida le depare y lo hará desde la discreción que pocos como ella saben expandir. Ahora callo; el runrún desde la pantalla la ha vuelto a adormecer  y en silencio cierro la puerta mientras la dejo disfrutar de sus sueños que pocos de verdad conocen, aunque todos entienden.

 

Jesús(defrijan)

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