Mi tía Eusebia
Tras su mirada somnolienta se acumulan tantas vivencias que
sería prolijo el esfuerzo por sacarlas a la luz. Lo cierto y verdad es que su
paso lento al que acompaña una visión escasa
hace de ella un icono que no pasa desapercibido. Y lo hace desde el
marco que la bondad acumula para dejar
constancia de lo que se acumula en su interior. Siempre dispuesta a
sacrificarse por los suyos y por los ajenos que hace suyos por más reveses que
la vida le haya ido otorgando en un intento cruel por derrumbarla. Se sabe
partícipe de los maullidos que pueblan su porche a modo de guardería felina a la espera de su
ración entregando gustosa su compañía callada. Dentro, sobre un aparador
lacado, a modo de orla de vida, el retrato del ayer en el que las generaciones
se han ido sucediendo, vigilando por ella al cirio que siempre luce sobre la
base de la chimenea sin troncos ardientes.
En su costado el tapiz de la cena en el que su papel de María Magdalena
le es asignado a la hora de consagrarse a la entrega constante. Sobre el
respaldo de la silla de anea la inseparable toca con la que refugiar su aliento
del frío al que no se le permite acceso para no helar a los sentimientos que
anidan y están por llegar. A voz entrecortada relatará los últimos
acontecimientos de la proximidad mientras el humidificador lloverá sobre los
pañitos sagrados que planchará con mimo para que luzcan sobre el ara el próximo
día de culto. Y solicitará desde la timidez una crónica que hable de los
milagros de una aparecida en la cuesta del castillo que logró sobrevivir a tres intentos de ser convertida en Juana de
Arco. Poco importará si es incomprensible desde la razón lo que para ella
resulta milagroso. Hace tiempo que se aferró a la fe para no caer en el
interrogante sin respuesta del porqué que pocos entienden. Pez que se acurruca
sobre el meandro del río para evitar que la corriente se lo lleve a destinos
inciertos, nadará con desgana entre aguas turbulentas que le nieguen la calma. Caerá
la noche y sobre ella el consiguiente sueño sobre la masa de la ofrenda a
sortear en el atrio santo en una próxima
ocasión. Llevará su coquetería al extremo de negarse unas lentes bajo el
pretexto del precio y la certeza de
saber que aquello que se ve, se ve con el alma. Hacedle hueco si veis que la
sombra de su bastón la precede. Será capaz de permanecer en silencio tomando
nota de todo aquello que la vida le depare y lo hará desde la discreción que
pocos como ella saben expandir. Ahora callo; el runrún desde la pantalla la ha
vuelto a adormecer y en silencio cierro
la puerta mientras la dejo disfrutar de sus sueños que pocos de verdad conocen,
aunque todos entienden.
Jesús(defrijan)
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