jueves, 1 de noviembre de 2018


Finales felices



Debería existir la posibilidad de visualizar por unos minutos el final de tu propia existencia. Sería una última voluntad aquella que te nacería de un puesto de director de escena al que todos los asistentes como actores obedecerían sin posibilidad de réplica alguna. La claqueta marcaría el momento justo del comienzo del rodaje y todo cumpliría con tus expectativas  a fin de satisfacerte plenamente.  No sería necesario cubrir un largometraje pero sería imprescindible cumplir punto por punto el guion de la comedia, tragedia o drama que hubieras decidido. Más o menos, adjudicarías a cada participante un papel adecuado y siempre quedaría abierta la posibilidad de ampliar la escena con detalles de última hora, nunca mejor dicho.  De paso, en lo que a mí concierne, eliminaría los llantos, prohibiría los suspiros,  censuraría las lágrimas. Qué horror traspasar la frontera hacia lo desconocido en brazos de la tristeza.  Nada de lutos, nada de cirios, nada de urnas acristaladas en las que el protagonista que me muere permanezca tumbado boca arriba encajonado en un féretro.   No soy de los que suelen dormir bien si no es de lado y las apneas posturales póstumas no serían bienvenidas.  Por si acaso alguien decidiese venir en persona a corroborar mi finiquito,  que al menos se gane el brindis adecuado y sea  sincero a la hora de despedirse de mí. Me da lo mismo si verbal o por escrito, pero que se desahogue si es lo que precisa.  De velatorio, lo justo, y si es posible, lo mínimo, y si es posible, nada.  Lo más rápido y urgente será cumplir con mis deseos de ser el inmediato tronco ígneo del horno crematorio. Siempre he preferido el calor al frío y no me voy a andar entonces con tiquismiquis. Una vez enfriadas las cenizas, nada de búcaros; si de algo sirviera, al substrato del rosal, a los pies del laurel, a las raíces del lilero. Y si no es mucha molestia, que unas rosas blancas germinen por encima. Si los gatos vienen o no a husmear, o las avispas a revolotear, o los caracoles a saciarse, ya dará igual, sinceramente. Pero si algo hay que no me gustaría en absoluto sería verme enclaustrado en el tercero  derecha del bloque libre de un nuevo  edificio  llamado cementerio. Suelo llevarme bien con todo el mundo, pero tanto silencio resultaría claustrofóbico. Bueno, queda dicho, y espero que mis deseos se cumplan cuanto más tarde mejor.  Mientras llega, intentaré por todos los medios buscarme todos los momentos felices que pueda sean o no finales.  De lo que vaya a figurar como epitafio en el recuerdo, allá cada cual; solo espero que sea divertido y si alguien ya lo tiene que me lo pase y lo voy valorando.     

No hay comentarios:

Publicar un comentario