jueves, 27 de diciembre de 2018


1. Yolanda E.

 

Nadie que no la conociera diría que es lo que es, lo que transmite, lo que aporta. Ella, reflejo exacto del signo que la caracteriza, se enfrenta como nadie a los retos que la vida le ofrece con la certeza absoluta de saberse ganadora. Poco importa si el esfuerzo denodado viene de la pesadez matutina que cada mañana le reclama audiencias; poco importa si la volatilidad de los cerebelos decide extremar la paciencia hasta grado ilimitado. Poco importa a quien sabe que lo esencial radica más allá de lo circunstancial. Ella, parapetada tras el poncho, a modo y manera de chavelista tequilera, sacará de la agudeza de su tono el consejo que todos asumirán como mandato. Punto y final. Ideas claras, pasos cortos y tonterías las justas. Lo esencial radicará sobre los tatamis, sobre las coletas, sobre los sobaquillos casaleros y lo demás será tomado como accesorio. Cuadrará los círculos para que las aristas desaparezcan y eviten arañazos. Calzará los borceguíes como si de una sultana se tratase a sabiendas de cuánto de resistente es la tela de la jaima en las arenas en los huecos de las dumas. Irá directa a la capa s, p, d o f en busca del protón perdido que haya equivocado su ruta y no sepa dónde se halla su auténtica configuración. Mientras, el silbido de la cafetera pedirá pausa y compañía al aro chocolateado al caer la sobremesa. Sobre la piel del alcornoque, un nuevo turno venidero saldrá a disipar las dudas y el enésimo salto de las teclas la harán retroceder para coger impulso. No será fácil crisparla. Está tan acostumbrada a transitar entre disconformidades que se ha habituado a sortearlas de puntillas. A nada que os descuidéis os llevará hacia la disolución de los errores en la batería que ella misma enchufa cargándola de aniones. Sus polos no cejan de compartir movimientos y ni siquiera la disección visceral se nos muestra como rechazable. Hurgará en los sesos como si quisiera descubrir en la mitad de sus hemisferios  las razones penúltimas del paciente de turno. Años ha que dejaron de serle las coletas apéndices de sus lacios y asume su papel al que se entrega en cada representación. Ama de llaves que cancela las horas, será capaz de remitir una sonrisa para no dejar escapar con virulencia la respuesta que retiene en su laringe. Sea como sea, lo que no logro adjudicarle es el papel de novicia en la que José Zorrilla habría puesto su firma. Será que Sevilla le resulta demasiado lejana, que los dramas no van con ella o que los duelos, más que pena, le provocan risa. No cambiará; pero si lo hiciese, estad prevenidos; siempre será un cambio a mejor. Es capricornio, y con eso está dicho todo.   

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