1. L@s más
variopint@s
No voy a dar más pistas porque no son necesarias.
Quienes los conocen sabrán ponerles rostro y quienes no, mejor que se los
imaginen. Lo que sí puedo asegurar es que jamás, y ya son años, me había topado
con un grupo así, tal cual, variopinto. Es entrar y regresan a ti aquellos
temas hoy desaparecidos de las matemáticas en los que se hablaban de conjuntos,
subconjuntos, diagramas de Venn, etcétera, etcétera y más etcéteras. Porque
nunca imaginas por dónde va a salir la ocurrencia como intento previo a
distraerme y así acortar los minutos docentes. Puede que una penúltima disputa
se anteponga a la búsqueda de un libro que ha desaparecido y no apunta a un
próximo regreso. Puede que un nuevo requerimiento en busca de la justicia
calificadora no les haya dejado dormir. Puede que los decimales precisos estén
escondidos en las vetas de una mina llamada cuaderno que sigue dormitando en
algún cajón extraviado. O que la enésima doctrina de la enésima filosofía del
credo venga a pedir paso para reafirmar la ocurrencia del amanecer inmediato. O
que la pirueta imposible haya conseguido descolocar al cartílago que no
sospechaba semejante exigencia. O que el sueño aparezca como carta de presentación
en quienes han huido del enemigo en medio del juego virtual de moda. O que el
desconocido general de aquella división emboscada en mitad de unas trincheras reclame
su medalla al valor. O que el silencio grite para dentro el exabrupto que no se
atreve a salir. Lo que sea, menos permanecer inmunes, quietos o mudos. Bastará
con lanzar un interrogante para que más de veintitantas respuestas pugnen por
ser las aceptadas. Odiarán como se suele odiar a la norma impuesta por
considerar que la norma es excesivamente cruel al erosionar puntuaciones. Verán
cómo a escasos metros la tabla de salvación momentánea se ofrece tras el ojo de
buey de la puerta. Geniales, sin duda, y siempre diferentes, y siempre
sorprendentes, y para siempre recordados. Gimnastas, boxeadores, baloncestistas,
corredores, acróbatas, futbolistas, nadadores. Un compendio de preadultos que
simulan sus temores y se abren paso entre los interrogantes. Unos sujetos
pseudorreflejos en cuyas ecuaciones las incógnitas encuentran soluciones
personales e indiscutibles. Una tripulación con la que atreverse a soltar amarras
y santiguarse dejando al capricho de los vientos la ruta a seguir. Dos docenas
de brotes que dejarán para un rictus sonriente en la orla que permanecerá enmarcada
para siempre en mi memoria. Quiero pensar, que será mutuo, aunque con ell@s
nunca se sabe.
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