Aroa
y Javier
Probablemente
a estas horas estén comprobando cómo el sí se ha hecho presente de modo
definitivo. Cómo si fuese precisa la firma de un documento innecesario, dando
paso a la tradición. El sí, el rotundo sí, se habrá escuchado a través del
paisaje de las emociones de cuantos les han visto crecer y viajar en paralelo.
Un desfile de parabienes se habrá venido a sumar a ritmo vivo que su paso vivaz
describa. Porque de eso se trata, de dar cumplida cuenta de un compromiso, a
todas luces, gozoso. Han horneado y siguen horneando tantas hogazas de
complicidades que sería impensable escatimar las levaduras de una masa madre
llamada a ser sustento definitivo. Ella, sonriente, calmada, mirando de frente
y sorteando los obstáculos. Él, vigía de un puesto de guardia desde la garita
de la tercera imaginaria que por vocación ha decidido erigir como puesto de
retén. Ambos, dando paso al día cuando para otros el día concluye a ritmo de la
noche veraniega y el cuerpo exige reparación. Héroes que han apostado por dar
vida a aquello que muchos condenan al nicho de la desaparición. Y lo han hecho,
y lo siguen haciendo, desde el convencimiento que la fe les otorga a quienes no
dudan ni por un instante del destino de sus sueños. Mueven a la par los remos de una barca a la que no es
preciso desplegarle velas porque ellos mismos se bastan y sobran para guiarla a
buen puerto. Saben que de los vientos mecidos entre las rocas que el agua
apacigua sacarán la fortaleza definitiva que servirá como piedra angular de una
quimera que solamente los osados encuentran posible. Han mamado del ejemplo y
en base a ello diseñaron un modo de actuar que se yergue como mástil de bandera
en el patio de armas de su propio convencimiento. Cruzan las horas como si deviniesen
de meridianos alejados para dar cumplida cuenta de las masas madres
pespunteando los picos. Son quienes quieren ser y quienes el reconocimiento
merecen. Asomarán con el tiempo sus párpados hacia el valle para recontar las
ausencias y sumar las vivencias. Separarán la harina de la tremolina para
conseguir que el punto justo permita degustar los frutos del calor que madruga.
Velarán por dar vida al presente desde el rincón esquinado que el Pontizo
custodia. Serán dos mitades de un todo que
desde hace tiempo supieron entender la auténtica razón que suele guiar a
quienes camina de la mano. Miga y corteza que hoy, como si fuese necesario
reivindicarlo, se muestran a las cruces de Mayo cruzando sus destinos troceando caridades.
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