- José Emilio P.
Ya ves, amigo mío, otro nueve
de Mayo se asoma y viene a recordarte lo que te queda por cumplir, realizar, planificar o llevar a
cabo. Porque de eso se trata y tú siempre lo has tenido claro. Cubrir metas y
seguir dando paso a los retos para que descubran quién los va a vencer. Supongo
que habrás escuchado al gallo de nuevo. Sí hombre sí, el gallo. Aquel gallo que
se encargaba de confundirnos las horas sin saber si cantaba retreta o diana.
Aquel al que juramos fin en pepitoria y que logró salvarse vete tú a saber por
qué medios. Ese gallo que entre sus cacareos aventuraba el tesón de su dueño
que se ha ido plasmando a través de los años. Dio lo mismo desde que sillón,
tú, amigo mío, fuiste y sigues siendo capaz de enarbolar la batuta de una
orquesta a tu órdenes. No hubo declaración que se te resistiese ni nicotina que
te haga sombra. Ni ha habido ronroneo de una siete y medio que te haya
convencido de echar pie a tierra en base al temor que de ti no hace reo. Tú,
que llenaste el serón de risas en busca de monas festivas, sigues consiguiendo
que la risa se adhiera quienes te tenemos cerca en la distancia o en el
aprecio. Tú, José Emilio, que fuiste capaz de mutarte en benemérito nocturno a
ciegas para aparecer y desaparecer entre sombras y lunas en los regresos jaraneros,
sigues siendo aquel sensato insensato que sacaba a la luz a las osadías más
insospechadas buscando aliados. Eje vertebrador de los tuyos a los que proteges
como si del vuelo de aprendiz pudiesen cometer algún error que restaurar. Ahora
que los calendarios se nos restan de los sones turbos extraes el ritmo de unos
pasos tan firmes como constantes. Túnico morado que moras en las hoces de un
Júcar que haces tuyo como si del agua precisases sustento y de las rocas
cobijo. Hoy, amigo mío, brindo por ti, escancio contigo de nuevo la copa de
resoli y afino en tu honor la guitarra no cordada. Poco importará si el aire huyó
de su interior cuando lo realmente sustancial es comprobar cómo de tus yemas
admite las notas del más insensato tuno que nadie pudo imaginar. Todo da igual,
todo dará lo mismo ¿Sabes por qué? Porque cada vez que alguien a quien quieres emana
alegría, tú, te alegras, tú, lo compartes, tú, te felicitas, año tras año.
No hay comentarios:
Publicar un comentario