jueves, 9 de mayo de 2019






  1. José Emilio P.


Ya ves, amigo mío, otro nueve de Mayo se asoma y viene a recordarte lo que te queda  por cumplir, realizar, planificar o llevar a cabo. Porque de eso se trata y tú siempre lo has tenido claro. Cubrir metas y seguir dando paso a los retos para que descubran quién los va a vencer. Supongo que habrás escuchado al gallo de nuevo. Sí hombre sí, el gallo. Aquel gallo que se encargaba de confundirnos las horas sin saber si cantaba retreta o diana. Aquel al que juramos fin en pepitoria y que logró salvarse vete tú a saber por qué medios. Ese gallo que entre sus cacareos aventuraba el tesón de su dueño que se ha ido plasmando a través de los años. Dio lo mismo desde que sillón, tú, amigo mío, fuiste y sigues siendo capaz de enarbolar la batuta de una orquesta a tu órdenes. No hubo declaración que se te resistiese ni nicotina que te haga sombra. Ni ha habido ronroneo de una siete y medio que te haya convencido de echar pie a tierra en base al temor que de ti no hace reo. Tú, que llenaste el serón de risas en busca de monas festivas, sigues consiguiendo que la risa se adhiera quienes te tenemos cerca en la distancia o en el aprecio. Tú, José Emilio, que fuiste capaz de mutarte en benemérito nocturno a ciegas para aparecer y desaparecer entre sombras y lunas en los regresos jaraneros, sigues siendo aquel sensato insensato que sacaba a la luz a las osadías más insospechadas buscando aliados. Eje vertebrador de los tuyos a los que proteges como si del vuelo de aprendiz pudiesen cometer algún error que restaurar. Ahora que los calendarios se nos restan de los sones turbos extraes el ritmo de unos pasos tan firmes como constantes. Túnico morado que moras en las hoces de un Júcar que haces tuyo como si del agua precisases sustento y de las rocas cobijo. Hoy, amigo mío, brindo por ti, escancio contigo de nuevo la copa de resoli y afino en tu honor la guitarra no cordada. Poco importará si el aire huyó de su interior cuando lo realmente sustancial es comprobar cómo de tus yemas admite las notas del más insensato tuno que nadie pudo imaginar. Todo da igual, todo dará lo mismo ¿Sabes por qué? Porque cada vez que alguien a quien quieres emana alegría, tú, te alegras, tú, lo compartes, tú, te felicitas, año tras año.

No hay comentarios:

Publicar un comentario