viernes, 24 de mayo de 2019

Víktor

Sí,  con k, exactamente así,  como él lo anticipó desde el primer día. Y no voy a ser yo quien se lo discuta. No, no estoy dispuesto a pedirle rectificación a quien comienza a deambular por la vida y aún no es consciente de las cortapisas que la vida le va a ir planeando. Desde sus cuatro años,  a metro y algo de desnivel, te mira y desde el candor reclama atenciones caminando de puntillas. La anécdota aparece con más visos de invención que de realidad y te dejas vestir con el uniforme de crédulo que necesita ver en ti. Das por válido el hecho de saberlo compañero del cachorro al que convirtió en diana de sus ventosas de plástico en el campo de batalla del pasillo. Reprendes, te solidarizas, y percibes un arrepentimiento infinito que durará minutos. Sabes, porque te lo ha confesado, que sus querencias hacia los espacios siderales le sueñan astronauta y sugieres la posibilidad de hacer realidad sus esperanzas. Llega el momento destinado al disfraz y una pléyade de escafandras que ya quisieran para sí en Cabo Cañaveral, aparece ante ti. Tras sus pupilas semiocultas se trazan los interrogantes de querer ser reconocido y tú te haces el loco. Se aproxima, alza su flequillo y de sopetón,  la ignición espontánea surge tras su pregunta. ¿A que soy tu astronauta favorito?, dice. Y ahora qué,  cómo logras mostrarte imparcial. Difícil,  vaya que sí. Pasan por tu mente los momentos que quedaron atrás de tu infancia. Parece que estás viendo a su Laika refugiándose ante la inminente amenaza de un nuevo despegue no solicitado. Miras a este redivivo Gagarin de corta edad y respondes, que sí,  por supuesto que sí,  es tu astronauta favorito. Y le pides información sobre cómo conseguir un traje para ti que haga juego con el suyo. Mira hacia las proximidades para ver de qué modo sus progenitores pueden aportarle la información que preciso. Simulas la sonrisa ante su inocencia y das por válido el hecho de saber que dentro de un tiempo un adulto llamado Víktor, con k  por supuesto, recordará a aquel que a metro y algo de distancia miró hacia abajo y le tuvo envidia.

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