lunes, 13 de mayo de 2019


Los asquerosos



Desde luego el título impacta, vaya que sí. Por un momento no sabes muy bien a quién irá dedicado semejante apelativo y la curiosidad te lleva de la mano. Has escuchado en algún canal televisivo el boceto de la idea original y automáticamente tu imaginación se dispara. Lo buscas y por si faltaba algo no consigues encontrarlo en las librerías habituales. Se ha agotado, oyes decir y la curiosidad aumenta a niveles de mono adictivolector que desconocías padecer. Por fin llega a tus manos y te pones a ello. Primeras páginas, primeras impresiones, primeras aproximaciones al argumento, primeras risas.  Echas mano de la memoria de previas y algo te suena. Un tipo estrafalario que, en base a su infortunio (?),  se ve envuelto en una paranoia revestida de fuga hacia no sabe dónde pero sí sabe hacia qué. Los detalles se decantan conforme la novela va discurriendo y percibes que el cordón umbilical que el protagonista luce no acaba de ser cortado. Pareciera que el parto hacia la casilla de entrada de un imaginario juego de mesa tardará un tiempo y los dados rodarán a su antojo. Por un momento te sientes testigo incómodo de una evolución que para muchos sería involución y para el protagonista es un camino sin retorno. Las circunstancias se vuelven caprichosas  pretendiendo reconducir hacia lo aceptable  lo que, a todas luces, parece improbable. Un cuentagotas te lleva de la realidad a la incredulidad y los capítulos discurren a su antojo. El niño que todos llevamos dentro se viste de adulto para seguir siendo niño y cumplir sus ansias recónditas de libertad. Vas apostando sobre cómo discurrirá la historia y las primeras chanzas las empiezas a tiznar de grises. Una hoguera de desesperaciones deja un tufo inexorable de inconformismo. Una imagen regresa ti de aquel que en persona viste actuar de modo muy similar. Empiezas a no saber dónde colocar el cartel de asqueroso por si la escarpia no te satisface suficientemente. Santiago Lorenzo, artífice firmante de esta novela, está jugando contigo de un modo tan subliminal que  no serán necesarias las recriminaciones. Bastante tienes con mirarte al espejo y ver el cambio que ha sufrido aquella primera visión de las primeras páginas.  Callas avergonzado el sonrojo que te produces, y una vez concluida la lectura la reflexión se solapa a ti. La ósmosis ha sido tan intangible que achacas a factores externos el ánimo que te envuelve. Aquellos y aquellas que os vanagloriáis de vuestras certezas, echadlas a un lado y leed esta obra. Quizás antes de lo imaginable estaréis pidiendo un destornillador para ajustar convenientemente cada una de vuestras propias piezas. Avisados estáis. Voy a ver si consigo que el mío resista suficientemente las vueltas de tuerca de la muñeca que ya empieza a flaquearme  

No hay comentarios:

Publicar un comentario