martes, 14 de mayo de 2019


Lloc nou de la Corona







Siempre me ha llamado la atención la cercanía que provoca que dos localidades estén separadas por una única calle. Como si quisieran ser celosas de sus aceras y a la vez vecinas cordiales. Curioso, sin duda. Hasta el punto de que siempre que paso por su costado norte al llegar o por el costado sur al despedir la jornada laboral, Lloc nou de la Corona, me sigue llamando la atención. Y si el destino se empeña en ponerle rostros cercanos que lo identifican, la curiosidad aumenta en grado sumo. Pasas lista y compruebas cómo por  tus pupitres han pasado y la vida les ha situado en la vereda de enfrente en su labor materna o paterna. Los viste crecer y ahora ellas y ellos ven pasar más rápido de lo que quisieran los frutos de su sangre hacia una meta que sueñan dichosa. Puede que Paqui rememore aquellas clases en las que las dudas se sumaban para buscar soluciones allá donde Julio Colomer dejó su placa. Puede que Paco cruce cabalgando sobre los pedales a cumplir con su labor orientadora que los preceptos legales solicitan. Puede que un 600 anuncie a Amadeo llegando a la línea de boxes dejando constancia de tiempo a futuro. Puede que Mamen o Rafa estén desempolvando por enésima vez el pañuelo rojo que anudar al cuello en un inmediato festejo. Que Iván siga dándole razones a su pensamiento para encontrar respuestas convincentes. O que Andrea proteste sin demasiado convencimiento al saber que no habrá faena que se le resista. Puede que Conrado siga hablándole al cánido desde la complicidad que siempre se tiene con quien te es fiel. O que Carla sortee la acequia mientras sigue pasando hojas y hojas del libro que devora como maná de sabiduría. O que Roberto haya engrasado de nuevo los rodamientos de sus patines mientras Benjamín palmea al viento su osadía libre. O que Marta y María echen de menos aquellos años de juventudes locas en las que nada importaba más que la risa. Mientras tanto, Alberto seguirá sintiéndose el dj matutino al que escuchar para alejar al sueño y Natalia trazará sus interrogantes ante la proximidad del salto más allá de la explanada.  Y todo esto pasará como sigue pasando desde hace décadas. Por eso, esta tarde,  me pregunto qué escribiría si tuviese que definir al lugar que nació como residencia religiosa y que con el paso del tiempo ha llegado a ser el almanaque testigo del paso del mismo que gustoso, más de una, más de uno, clavaría gustoso en la pared para hacerlo perpetuo. 





F. Jesús Frías Luján

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