Lloc
nou de la Corona
Siempre
me ha llamado la atención la cercanía que provoca que dos localidades estén
separadas por una única calle. Como si quisieran ser celosas de sus aceras y a
la vez vecinas cordiales. Curioso, sin duda. Hasta el punto de que siempre que
paso por su costado norte al llegar o por el costado sur al despedir la jornada
laboral, Lloc nou
de la Corona, me sigue llamando la atención. Y si el destino se empeña en
ponerle rostros cercanos que lo identifican, la curiosidad aumenta en grado
sumo. Pasas lista y compruebas cómo por tus pupitres han pasado y la vida
les ha situado en la vereda de enfrente en su labor materna o paterna. Los
viste crecer y ahora ellas y ellos ven pasar más rápido de lo que quisieran los
frutos de su sangre hacia una meta que sueñan dichosa. Puede que Paqui rememore
aquellas clases en las que las dudas se sumaban para buscar soluciones allá
donde Julio Colomer dejó su placa. Puede que Paco cruce cabalgando sobre los
pedales a cumplir con su labor orientadora que los preceptos legales solicitan.
Puede que un 600 anuncie a Amadeo llegando a la línea de boxes dejando
constancia de tiempo a futuro. Puede que Mamen o Rafa estén desempolvando por
enésima vez el pañuelo rojo que anudar al cuello en un inmediato festejo. Que
Iván siga dándole razones a su pensamiento para encontrar respuestas
convincentes. O que Andrea proteste sin demasiado convencimiento al saber que
no habrá faena que se le resista. Puede que Conrado siga hablándole al cánido
desde la complicidad que siempre se tiene con quien te es fiel. O que Carla
sortee la acequia mientras sigue pasando hojas y hojas del libro que devora
como maná de sabiduría. O que Roberto haya engrasado de nuevo los rodamientos
de sus patines mientras Benjamín palmea al viento su osadía libre. O que Marta
y María echen de menos aquellos años de juventudes locas en las que nada
importaba más que la risa. Mientras tanto, Alberto seguirá sintiéndose el dj
matutino al que escuchar para alejar al sueño y Natalia trazará sus
interrogantes ante la proximidad del salto más allá de la explanada. Y
todo esto pasará como sigue pasando desde hace décadas. Por eso, esta tarde, me
pregunto qué escribiría si tuviese que definir al lugar que nació como
residencia religiosa y que con el paso del tiempo ha llegado a ser el almanaque
testigo del paso del mismo que gustoso, más de una, más de uno, clavaría
gustoso en la pared para hacerlo perpetuo.
F. Jesús Frías Luján
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