miércoles, 24 de enero de 2018




Jura de bandera



Menudos tiempos aquellos. Había que ponerse de bonito, desfilar al son de cornetas y tambores, respirar aires marciales y besar con el alma encogida la bandera. Una bandera por la que daríamos la vida (¿?) si fuera necesario sin meditar las intenciones que nos llevaran a ello. Uno, dos, uno, dos, izquierda, izquierda, izquierda, derecha izquierda. ¡Qué tiempos! ¡Qué emociones derramadas al compás del calimocho! ¡Qué sentimientos de camaradería a plazo fijo de reemplazo! ¡Qué bravura vestida de verde oliva coronada con una boina! De modo que aquellos tiempos que a algunos les parecerán prehistóricos, mira por donde, acaban de tener un remake danés que nadie esperaba. Un “cabo cuartel” con más pinta de no saber marcar el paso que otra cosa, ha conseguido una bandera en el bazar de la esquina y se ha convertido en abanderado de una nueva jura de bandera en plan graciosillo. Y con ser esto lamentable, más lamentable parece el hecho de darle cobertura a semejante chorrada. ¿Qué se pretendía?: ¿Ridiculizar al electo huido? ¿Demostrar sus temores ante los demás? ¿Conseguir el aplauso de la tropa de a pie? Menuda imagen. Imagino que desde el mostrador la expendedora de galletas de mantequilla habrá girado la vista para no sr testigo de semejante bochorno. Vale, objetivo cumplido, sin saber cuál era. ¿Ahora qué falta?: ¿Otro espontáneo con una montera que le pida “amablemente” que se la ponga y brinde al tendido del siete? ¿Un cofrade que le lleve el capirote y le dé el número de costalero que le han asignado? ¿Un fallero que le cuelgue el atuendo y lo arrastre hasta la Ofrenda? No es por dar ideas, pero si se busca convertir a la fe de la mayoría a quien solo entiende de una mayoría minoritaria para el resto, el camino no es el adecuado. Y mal hará prestándose a ser el hazmerreir si piensa que con ello se ganará el respeto de los demás. Nuevamente el lema tarradellense sale a la luz y reivindica que un político puede hacer de todo menos el ridículo. La imagen, en estos tiempos de imágenes, vale muchísimo más que cien discursos. Ganar prestigio cuesta tanto tiempo como escaso tiempo cuesta perderlo. Sea como sea, lo que sí debería plantearse, es si merece la pena como precio a pagar. Yo, que simplemente me permito observar desde la andana del once, me parece que para esta corrida, mejor sacar al sobrero. Y si se trata de jurar bandera, te guste o no te guste, el patio de armas es el lugar indicado. De las tejas y mantillas ya se encargarán los asistentes y del himno, la banda de música. Que vuelen o no palomas, es opcional.

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