jueves, 18 de enero de 2018


The disaster artist



O sea, que este bodrio ha sido galardonado con el Premio Feroz Zinemaldia por votación de la Asociación de Informadores Cinematográficos de España en el Festival de San Sebastián. Pues muy bien. Veamos entonces dónde está mi error de apreciación. El argumento es muy simple: un tipo absurdo quiere ser actor y ante las nulas cualidades que posee, convence a otro aspirante a actor para que sea partícipe de un drama que costeará por sí solo. Nadie sabe del origen del dinero y a medida que transcurre la película (por llamarla de algún modo) deja de interesar tanto el origen de la pasta como la película en sí. Por si todo esto no fuese suficiente, la grima que produce este aspirante a actor-guionista-director-productor se complementa con un tono de voz repelente y una sobreactuación pretendidamente histriónica. Ni siquiera aquí es creíble semejante engendro y los minutos gotean sobre las butacas al mismo ritmo que los bostezos. Empiezas a recordar en un lapsus voluntario  aquellas películas basadas en rodajes de película que tantos momentos de gloria dieron al esparcimiento y lloras por dentro. Piensas en las noventa y cinco tesis de Lutero y sientes la imperiosa necesidad de exponerlas ante los Papas del celuloide para ver si prohíben el rodaje y puesta en mercado de esta gilipollez y las que pudieran llegar. Una vez más, has sido engañado. Reconoces que te has dejado arrastrar por la promesa de algo diferente y eso te ha llevado a esta atapuercana obra sin pies ni cabeza. Parece ser que es una obra de culto y que en más de una sesión golfa sigue triunfando. Bien, eso está bien. No hay resaca que encuentre mejor cura que aquella en la que una sala es iluminada solamente por la pantalla a lo largo de la madrugada. Podrás contener más o menos las ganas de ir al baño y seguir creyendo que el garrafón no era tan malo como la obra que estás presenciando. Puede que con un poco de suerte te duermas y algún alma caritativa no te despierte al concluir. Igual al despertar te das cuenta de quién eres o quién sueñas ser: un crítico informador. Si es así, genial. Será señal de que la cena y el festín posterior que pagó la distribuidora merecen una palmadita de agradecimiento. Entonces, aún sin peinar,  con la resaca adherida a ti, mientras te sirven un café bien cargado, sonríes a tus colegas y entre todos pensáis que es una obra de arte ¡A ver quién es el primero en partirse de risa ante tal propuesta! Ese, ese que sea capaz de pensar que sois unos cretinos agradecidos, será nombrado presidente de la asociación. Igual dentro de unas semanas le da por filmar algo similar sabiendo que la crítica estará, sin duda alguna, de su parte.  Si no perteneces a este grupo de exégetas aduladores del frikismo, huye como alma que lleva el diablo y evítate dos horas de estupidez.    

No hay comentarios:

Publicar un comentario