Mayumana
El nombre del grupo tiene reminiscencias hebreas
que evocan al ritmo, a la alegría, a la destreza, al disfrute. Sin duda alguna,
un acierto. Como acierto fue comprobar que de los acordes de Estopa la rumba
catalana salía escena para hacerse presente y desde el preludio el del medio de
los Chichos anunciaba lo que estaba a punto de suceder. Una sucesión
ininterrumpida de pasos de baile dando validez a un argumento en el que la
rivalidad de dos bandas se convertía en el eje principal. El amor, como suele
ser habitual, simulando ser un remake de West Side Story, pero más cercano, más
mediterráneo, más nuestro. La sincronía entre voces y pasos de baile, absoluta,
precisa, exacta. Hasta el punto de parecer que estuviéramos presenciando un
producto enlatado. Nada más lejos de serlo. Ni un solo fallo de sonido sobre el
que acumular puntos en contra y la complicidad con el patio de butacas a la
hora de acompasar algunos de los temas. Sobre los palcos, multitud de niños,
cuyos mayores decidieron mostrarles un
divertimento menos almibarado de la Navidad, mirando asombrados a aquellos
atletas, a aquellos cantantes, a aquellos músicos, a aquellos bailarines. Por
un momento intuyo que pensaron que la magia se hacía verdad al comprobar lo
cercana que resultaba. Y la rumba, a lo suyo, dando paso sin tregua, amenizando
la tarde. Como si tantos genios que le dieron forma y valor se estuvieran
regocijando al comprobar tal fusión, los temas se sucedían y los minutos se
aceleraban. Aquello no era un musical al uso basado en una película en desuso. Ni
era una puesta en escena de algo insustancial a lo que sacar rendimiento sin
demasiado esfuerzo. Aquello era algo más. Era una clara exposición de
facultades por parte de los once componentes del grupo que aún sabiendo cuál
era el papel de cada uno, supieron integrarse en un todo simplemente magnífico.
Podría decir que supo a poco. Que los casi noventa minutos se pasaron en un
santiamén. Que la salva de aplausos duró más de cinco minutos. Que las caras de
satisfacción hablaban por sí solas. Y todo sería verdad. Quien asista al
espectáculo no saldrá defraudado. Probablemente salga tarareando alguno de los
temas. Probablemente decida practicar el ventilador con la guitarra que tenía
olvidada en el rincón de su juventud. Probablemente se interese de nuevo por
los sonidos del Barrio de Gracia de Barcelona. Probablemente no necesite
averiguar el significado literal de Mayumana porque lo habrá tenido ante sus
ojos y no precisará de más traducciones. Enhorabuena.
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