lunes, 1 de enero de 2018


Mayumana



El nombre del grupo tiene reminiscencias hebreas que evocan al ritmo, a la alegría, a la destreza, al disfrute. Sin duda alguna, un acierto. Como acierto fue comprobar que de los acordes de Estopa la rumba catalana salía escena para hacerse presente y desde el preludio el del medio de los Chichos anunciaba lo que estaba a punto de suceder. Una sucesión ininterrumpida de pasos de baile dando validez a un argumento en el que la rivalidad de dos bandas se convertía en el eje principal. El amor, como suele ser habitual, simulando ser un remake de West Side Story, pero más cercano, más mediterráneo, más nuestro. La sincronía entre voces y pasos de baile, absoluta, precisa, exacta. Hasta el punto de parecer que estuviéramos presenciando un producto enlatado. Nada más lejos de serlo. Ni un solo fallo de sonido sobre el que acumular puntos en contra y la complicidad con el patio de butacas a la hora de acompasar algunos de los temas. Sobre los palcos, multitud de niños, cuyos mayores decidieron  mostrarles un divertimento menos almibarado de la Navidad, mirando asombrados a aquellos atletas, a aquellos cantantes, a aquellos músicos, a aquellos bailarines. Por un momento intuyo que pensaron que la magia se hacía verdad al comprobar lo cercana que resultaba. Y la rumba, a lo suyo, dando paso sin tregua, amenizando la tarde. Como si tantos genios que le dieron forma y valor se estuvieran regocijando al comprobar tal fusión, los temas se sucedían y los minutos se aceleraban. Aquello no era un musical al uso basado en una película en desuso. Ni era una puesta en escena de algo insustancial a lo que sacar rendimiento sin demasiado esfuerzo. Aquello era algo más. Era una clara exposición de facultades por parte de los once componentes del grupo que aún sabiendo cuál era el papel de cada uno, supieron integrarse en un todo simplemente magnífico. Podría decir que supo a poco. Que los casi noventa minutos se pasaron en un santiamén. Que la salva de aplausos duró más de cinco minutos. Que las caras de satisfacción hablaban por sí solas. Y todo sería verdad. Quien asista al espectáculo no saldrá defraudado. Probablemente salga tarareando alguno de los temas. Probablemente decida practicar el ventilador con la guitarra que tenía olvidada en el rincón de su juventud. Probablemente se interese de nuevo por los sonidos del Barrio de Gracia de Barcelona. Probablemente no necesite averiguar el significado literal de Mayumana porque lo habrá tenido ante sus ojos y no precisará de más traducciones. Enhorabuena.    

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