Manoli
Bajó desde la Espada hasta la Huerta buscando horizontes
azules en los que inspirar dulzuras. Ella, amazona del tesón, es capaz de
aglutinar en su mismo ser al trípode que sustenta existencias propias de
sangres propias y latidos ajenos. No sabe del desfallecimiento por más intentos
que éste haga en su pulso por vencerla. Apoya en el amor lo que del amor
consigue y sigue adelante con esa mezcla de fortaleza dulce que aminora los
dolos. Entrega más de lo que muchos serían capaces de prestar porque la mueve
el cariño y con él envuelve sus días al abrigo de las letras. Y por si la
flaqueza le llega, saca los brillos a los pasacalles en los que la devoción se
viste de primavera al nacimiento de las flores. Lleva en su piel el valor que
la razón le aporta y el tiempo premia. Tras su cortina de tristeza se vislumbra
la esperanza a la que se encomienda como tabla salvadora de naufragios de
desasosiegos en los que verse envuelta. Se sabe querida y por ello ruboriza sus
mejillas mientras desciende su mirada por considerar excesivo tal galardón. Es
grande porque disimula su grandeza para que sólo los avezados sepan disfrutar
de las mil y una noches en las que diseña sus vuelos sobre los nidos de papel.
Deja tras de sí un poso lánguido que no debe confundir a quien tenga la suerte
de cruzarse en su camino. No permitirá compasiones porque ella nació para ser
punto de apoyo y de ello se enorgullece. Solidaria con el débil y caritativa
con el desvalido fluye como sólo los virtuosos saben hacerlo hacia la grandeza.
Es quien ha diseñado la túnica gris cuyo forro multicolor la delata ante
aquellos que consiguen acercársele. Goza del séptimo mes por saber que a él le
debe su nombre que la rotula de feliz. Y mantiene la constancia al saber que a
no mucho tardar, cuando las fuerzas estén a punto de dejarse vencer, renacerá
como fénix de las cenizas que intentaron derrotarla. Si alguna vez se os
presentan unos ojos que desde la dulzura transmiten verdad, no lo dudéis, es
ella. Acercaos, pero hacedlo desde el rincón de la sencillez. Nada le
avergonzaría más que mostrarse como diva invitada al concierto en el que ella
participaría gustosa desde la segunda fila. Mientras ese momento llega, sabed
que Manoli, a la luz de la madrugada, seguirá confesándose con su alma y su
alma le impondrá como penitencia la confección de unas letras que al darles
vuelo la harán feliz; se lo merece.
Jesús(defrijan)
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