domingo, 9 de febrero de 2014


Si volviera  a nacer

Volvería a repetir los desaciertos  que me llevaron a las certezas que diseminaron semillas de esperanzas. Volvería a colocar flores secas en el jarrón del vestíbulo de mi corazón para sentirme acompañado por semejantes sentires a los míos. Cogería con las manos vacías las rosas de diciembres ignorando a las espinas que me culpaban de usurpador de nubes. Saldría a la calle para cantar alegrías a los oscuros que se olvidaron de su existencia al mimetizarse con los grises que les rodearon. Flotaría sobre los barros para no perturbar las huellas que aquellos cansados pasos esculpieron de desengaños como esculturas ajadas que ni los parques extrañan. Correría tanto que no me desplazaría lo más mínimo por habitar en la dicha que me vino al tenerte, soñarte, saberte. Batiría palmas para alejar a los fríos que buscasen  ilusos el recogimiento del alma en el cesto del silencio. Si volviera, volvería a recorrer el camino a tu lado por haber encontrado la orientación que nunca sospeché necesitar. Nacería en primavera para acompasar el regreso de las flores a los campos renovando las siembras de tristezas por las estepas del miedo. Y reiría, sí, reiría, y reiría otra vez, y mil veces más hasta que la locura fingiese raptarme a los ojos de los demás. Bendita locura que nace de los espacios compartidos por el placer de la necesidad. Reanudaría aquello que quedó por acabar para volverlo a dejar sin terminar y alargar su presencia compañera. Daría la vuelta ante aquel que buscase el enconamiento agreste que la soberbia ensalza; le daría por vencedor, así, sin más, para que su orgullo le anunciase ante los otros como poseedor del cetro absurdo. Volvería a ser el pez que nadase en la pecera de sueños sabiendo que la transparencia de las aguas espejaría mis cambios de rumbo. Arañaría los cristales para desgastar las uñas y evitar heridas innecesarias a quienes quiero y de los que recibo lo que no merezco. Y en los maullidos, escondería las lágrimas que se me pudiesen presentar; diría que el viento gélido atizó con fuerza sobre mis ojos y así la lástima no viajaría conmigo. Lloraría tanto hacia dentro que la costumbre llegaría a convertirse  en virtud de la que no sentirme avergonzado. Si volviera a nacer, os lo aseguro, volvería a pensar que merecería la pena seguir los dictados verídicos que nacen de las ilusiones. Pero sobretodo, creedme, si volviera a nacer, volvería a repetir los errores.  Sería cruel saber que existen y nadie les hace caso.

 

Jesús(defrijan) 

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