1. Resu y José Manuel
Supe de ellos a través de la amistad común y en la
brevedad que el tiempo dispuso enseguida percibí lo que mostraban. No había más
que dejar hablar a las pupilas para entender qué tipo de seres les cubrían y a
fe que sigo pensando lo mismo. Porque este dúo impar se fusiona a nada que las
circunstancias lo pidan. Puede que el atronador acompañamiento del sonido del
parche reciba la maza con el agrado de
saberse imprescindible en el desfile. Puede que las franjas blanquirrojas les
hayan aportado un modo de ser mecido por el convencimiento de victoria ante las
adversidades que les salgan al paso. Puede que el azafrán que tapiza sus sueños
y alquitrana sus recuerdos apuntale las vigas de madera que desconocen de
carcomas. Puede que los fríos descabalguen intensidades si el campo precisa de
sus presencias. No marrarán el encuentro si el tiempo de cosecha les reclama.
Sabrán verter en la trébede del sentimiento los aprendizajes asumidos de las
veteranías que les legaron sapiencias. Verán cómo las notas intercalan
partituras afinando pasodobles como dobles pasos de un mismo camino. Resu
acudirá a la llamada del verso escoltada por las sangres a las que mostrar
modos de latir tan escasos como imprescindibles. José Manuel cubrirá ascensos y
descensos para despertar a las somnolientas mañanas de agosto que reclaman
festejos y comparsas. Y todo seguirá pendiente de una próxima cita en la que el
bombín convenientemente calzado los seguirá recontando entre los más fieles
seguidores sabineros. Dos peces de hielo
incapaces de fundirse en un wiski on the rock si no es acompañado por el
tamborileo de las yemas sobre el antebrazo del asiento más próximo. Dos a
quienes nadie les ha robado el mes de abril y que siguen perpetuando por el
callejón de los sueños rotos el sentido auténtico de la felicidad. Dos que
reclaman que cualquier cruce de caminos tenga abierta la puerta a la voluntad
personal de aquel que decida arriesgarse con cualquiera de ellos. Dos que miran
hacia las lomas y saben que más allá de las mismas existe el pilar del puente
que les mantiene lejos de la corriente. Dos, que del modo más inesperado posible,
se convirtieron en ávidos testigos de unas letras aficionadas. Hoy las velas
arderán una vez más y seguramente los deseos se seguirán cumpliendo. No hay más
que mirarles las pupilas para comprobar que no exagero al afirmar que existen
duraciones que superan ampliamente los diecinueve días y sus quinientas noches.
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