jueves, 14 de marzo de 2019


Mula


Reconozco que la idea que plantea el guion resulta de lo más atractiva. Cuando ya estás más próximo a la jubilación y empiezas a escuchar los cantos agoreros que pronostican escasez, que Clint Eastwood  se presente como alentador de posibilidades, resulta por lo menos apetecible. El problema empieza cuando a los diez primeros minutos de proyección sospechas que ni la gracia, ni la osadía, ni la sorpresa, nacen de semejante historia. Se mueven por el filo de la corrección con mínimas concesiones al chiste sin gracia. A Clint se le echa en falta el carácter violento capaz de desarmar, destruir, eliminar, al más que osado mequetrefe que le saliera al paso. Ha pasado el tiempo y ni siquiera se le adivina la gracia al rostro que tan duro ha aparecido siempre. A esto añadamos ligera gotas de sentimentalismo, de conflictos paterno filiales, y ya está el pastel a punto de horneo. El otrora implacable policía ha cambiado el Magnum 45 por los bulbos florados y nada viene a cuento. Ni la sobreabundancia de primeros planos, ni las innumerables travesías de los todoterrenos por la misma autopista, ni la oronda imagen de Andy García como capo del narcotráfico le dan posibilidad a las dos horas de proyección. Le sobra más de setenta minutos y del reparto de papeles no hay nada que sea capaz de ser destacado. Sales con la sensación de estar presenciando la despedida de una estrella del cine que se niega al adiós y en cierto modo lo compadeces.  Empiezas a calibrar la idea de imitarlo en breve y sopesas pros y contras. Las flores no te conmueven ni tu espíritu de sacrificio estaría encaminado a su cultivo. El posible todoterreno se escapa a tus posibilidades de adquisición. Las autopistas del narcotráfico ni las conoces ni serás capaz de localizarlas. El temor a acabar tus días encerrado puede más que la tentación de unos sobres marrones con sobresueldo en negro. Pero sobre todo, por encima de todo, lo que no eres capaz de asegurar es que podrás manejar tanto cambio de teléfono móvil. Bastante esfuerzo te ha supuesto entender el funcionamiento del que llevas como para que te vengan con novedades que no entiendes. Dicho lo dicho, allá cada cual. Quien decida acudir a ver semejante película, hágame caso, disfrute con las canciones, intente no mirar hacia los parpadeos de los móviles que se iluminan en la sala a mitad de proyección y dese un homenaje de chocolate y buñuelos a  salir. Estamos en Fallas y eso es lo realmente importante.

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