To Be or Not
to Be
A veces cuando alguien intenta mostrarte la supuesta
grandeza de alguna película reciente echas mano de la filmoteca de tu memoria y
casi siempre encuentras alguna que la supera. No, no se trata de anclarse en el
axioma que preconiza porque sí la excelencia del tiempo pasado; pero no está
demás tenerlo en cuenta ante la aparición de la supuesta obra maestra. Y llegado
el caso, si de comedia se trata, reconozco que esta que encabeza el texto, se
erige como magnífica muestra. Pocos genios son capaces de darle un giro de
ciento ochenta grados a una tragedia shakesperiana y convertirla en una comedia
lubitschiana recién concluida la segunda guerra mundial. El enredo devenido de
la confusión acaba por dar forma a una hipotética opción salvadora hacia
aquellos perseguidos por el nazismo en la Varsovia ocupada. Una obra teatral
que se inserta en el celuloide para mayor gloria de sus intérpretes situados en
la dualidad del guion. Unas infidelidades incentivadas por el monólogo
cadavérico en los que el afectado pierde parte del ego que le hace competir con
su esposa y primera actriz. Un incesante trasiego de despachos a brazo alzado
demostrando el poder de convicción que el miedo incentiva. Todos sospechan de
todos y cada cual intenta salir a flote de este enredo insuperable. Una visión
esperanzadora de cómo el humor puede ser la moneda de cambio en las situaciones
más dolosas que se puedan imaginar y constatar. Una obra de arte que te reconcilia en contra de las
decepciones que tanto abundan. Pareciera que los guionistas han dejado de tener
inspiración al sentirse acuciados por la
exigencia del rendimiento inmediato. De modo que esta tarde, a nada que el
tiempo se ponga en contra, volveré a pulsar el play. Poco importará la fecha de
rodaje, el color blanquinegro o las risas escondidas de un supuesto Hamlet al
que se le hubiese dado la oportunidad de cambiar su rol. Indudablemente el
sabor a buen cine admite mil variaciones. Lo que no permite por más que a veces
insistan en lo contrario es adjudicarle el título de inmortal a todo lo rodado.
Y si alguien duda, que se haga un favor, relea para sí el monólogo nacido del
soliloquio de la indecisión y opte por otro final que no sea el disfrute de
semejante obra. Seguramente la calavera callará su opinión al respecto.
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