El rincón
Nadie
como tú conoce a quien te añora cada vez que no te tengo. En ti he depositado
tantas esperanzas como son capaces de nacer en este espíritu romántico que me asiste.
Desde la cobardía nacida para evitar el daño hasta la osadía de gritar
silencios para buscar consuelo. Todo ha surgido de ti para llegar a ti. Y así
continúas. Sereno ante la tormenta amenazadora en la que los navíos del desamor
han batallado en mi contra. Mueves los remos al compás que marcan las grietas
que en mi alma se han ido formando para evitarme los salitres de la desolación.
Y nada pides. Te basta con saberme cerca desde la cercanía, desde la distancia,
desde el ayer y el hoy. Finges no ver cómo me enjugo las penas para no
transmitirme la lástima que en ellas destilo y desaparecen por ti. Debo luchar, y no me importa, ante
quienes me tildan de lo que tú sabes que no soy, para que por sí mismo logren
entender lo errado que va su juicio. Les compadezco. No saben del soliloquio a
dúo que entre tú y yo mantenemos y en el que el solaz firma este contrato no
escrito de confidencialidades. Sabrán de mí por lo que yo les muestre pero pocos como tú conocerán la verdad que me
envuelve. Con un mucho de magnificencia, estaré dispuesto a compartirte con
aquellos que acudan a ti en busca de todo cuánto ofreces. Dejaré de ser egoísta
para no penar con la culpa de negarles tu hermosura. Sabes que he acudido a ti
en las soledades y hemos sembrado semillas fructíferas que crecieron en el
yermo. Este páramo en el que llegó a
convertirse mi vida dejó de ser un abismo para mutarse en un oasis. Dame
templanza para poder soportar el hurto que llegue cuando sepas de otros
necesarios consuelos a los que atender y decidas dejarme para acudir en su
auxilio. No podría culparte. Tú, rincón de sueños en los que me envolví feliz,
emprenderás el vuelo cuando el sol de poniente cruce mi ocaso. Mientras ese momento
llega, deja que esta tarde, como todas
las tardes de mi existencia, me refugie en tus brazos y sonría de nuevo.
Jesús (http://defrijan.bubok.es)
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