Hola de nuevo
Fue lo que leyó en aquel cartel publicitario
aquella anodina mañana. Anunciaban no sabía a ciencia cierta qué y sin embargo
el tono le resultó familiar. Siempre soñó con la posibilidad del reencuentro y
en sus entelequias las múltiples posibilidades de saludos se agolpaban
queriendo ser las elegidas. Las dudas anidaban en su interior negando el paso a
la osadía de lanzarse a su búsqueda. No quiso recordar los días en los que las
innumerables promesas colgaron de las ramas porque el dolor al olvido alzaba un
patíbulo cuyo rehén llevaba su nombre. Soñó tantas veces despierta que la vela
se hizo dueña de sus noches descontando espinas a los segundos de oscuridad. Y
logró olvidarlo, se mentía quien quería a toda costa la posibilidad contraria.
En sus soledades acompañadas se hicieron un hueco las estrofas de aquellas
poesías robadas al viento, los estribillos entonados a dúo como sellos del
manuscrito del amor que se profesaban. Duraban los enfados lo que tardaba en
pasar la primera brisa sobre los ojos empañados que pedían perdones y perdones
ganaban. Pocas veces se supo de semejantes pasiones que no fue necesario dar
por sentado lo que a todas luces aparecía. Caminos divergentes con un punto de
perspectiva en el horizonte que creyó ver cubierto bajo el granito del olvido.
Hasta ese día en el que su vista alzó la voz y recordó su textura, su tacto, su
piel. Algo le decía que no era un sentimiento de ida únicamente y bajo esa
posibilidad, decidió soñarlo, decidió buscarlo, decidió tenerlo. No le fue
esquivo el esfuerzo y el temblor de sus manos no llegó a acertar sobre los
dígitos del teléfono. Se sentó sobre el extremo del banco solitario de la plaza
y encendió un cigarro. Su imagen le vino vestida con la sonrisa que provoca la
alegría y se quitó la coraza que tanto tiempo llevaba su corazón prisionero en
la mazmorra del cariño prestado. Apuró la nicotina y volvió a marcar. A los
pocos segundos, nada más mencionar su nombre, unos labios desde la distancia, reconocieron su voz y repitieron el “Hola de
nuevo” que tantas veces hicieron suyo y que sonaba esta vez tan cercano que los años de ausencias cayeron
en el foso del olvido. Sabe sobradamente que allí suelen enviarse a los presos del amor cuando
se intentan negar la certeza de todo cuánto sienten.
Jesús (http://defrijan.bubok.es)
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