martes, 28 de octubre de 2014


    Hola de nuevo

 

Fue lo que leyó en aquel cartel publicitario aquella anodina mañana. Anunciaban no sabía a ciencia cierta qué y sin embargo el tono le resultó familiar. Siempre soñó con la posibilidad del reencuentro y en sus entelequias las múltiples posibilidades de saludos se agolpaban queriendo ser las elegidas. Las dudas anidaban en su interior negando el paso a la osadía de lanzarse a su búsqueda. No quiso recordar los días en los que las innumerables promesas colgaron de las ramas porque el dolor al olvido alzaba un patíbulo cuyo rehén llevaba su nombre. Soñó tantas veces despierta que la vela se hizo dueña de sus noches descontando espinas a los segundos de oscuridad. Y logró olvidarlo, se mentía quien quería a toda costa la posibilidad contraria. En sus soledades acompañadas se hicieron un hueco las estrofas de aquellas poesías robadas al viento, los estribillos entonados a dúo como sellos del manuscrito del amor que se profesaban. Duraban los enfados lo que tardaba en pasar la primera brisa sobre los ojos empañados que pedían perdones y perdones ganaban. Pocas veces se supo de semejantes pasiones que no fue necesario dar por sentado lo que a todas luces aparecía. Caminos divergentes con un punto de perspectiva en el horizonte que creyó ver cubierto bajo el granito del olvido. Hasta ese día en el que su vista alzó la voz y recordó su textura, su tacto, su piel. Algo le decía que no era un sentimiento de ida únicamente y bajo esa posibilidad, decidió soñarlo, decidió buscarlo, decidió tenerlo. No le fue esquivo el esfuerzo y el temblor de sus manos no llegó a acertar sobre los dígitos del teléfono. Se sentó sobre el extremo del banco solitario de la plaza y encendió un cigarro. Su imagen le vino vestida con la sonrisa que provoca la alegría y se quitó la coraza que tanto tiempo llevaba su corazón prisionero en la mazmorra del cariño prestado. Apuró la nicotina y volvió a marcar. A los pocos segundos, nada más mencionar su nombre, unos labios desde la distancia,  reconocieron su voz y repitieron el “Hola de nuevo” que tantas veces hicieron suyo y que sonaba esta vez  tan cercano que los años de ausencias cayeron en el foso del olvido. Sabe sobradamente que allí  suelen enviarse a los presos del amor cuando se intentan negar la certeza de todo cuánto sienten.  

 

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