lunes, 16 de marzo de 2015


 

   El quiosco interior

Nació como fuente de ingresos para aquellos que cursábamos el último año de internado. Justo en el hecho de la escalera, en la planta baja se ubicaron dos armarios de madera que servirían de almacén de provisiones. La idea era convertir los minutos de recreo en una expendeduría de todo tipo de apetencias. Ahí, refugiados del resto, los almuerzos se tornaban más apetecibles. Pasteles de chocolate competían con tortas de coca de yogurt para aliviar al hambre matinal y a la par  conseguir unos ingresos para el viaje de final de curso. Dado que el dinero circulaba con escasez, se nos antojó imprescindible la puesta en marcha del crédito. De modo que conseguimos la cesión de una carpeta de anotaciones en las que puntualmente aparecerían los deudores con su deuda en forma y fecha  convenientemente anotadas. Al cabo de  un tiempo, cuando la visita familiar se produjese, dicha deuda quedaría saldada. Creo recordar que el sistema de crédito sólo lo hicimos válido para el personal interno, ya que el externo o mediopensionista podía pagar al contado y no era necesaria una bula especial para ellos. Ahí empezamos a entender conceptos como condenación de deuda, intereses cero, bancarrota…De nada sirvieron las innumerables promesas de seriedad que nos hicimos los aprendices de comerciantes y cajeros de aquel banco. Allí se apuntaba quien se apuntaba y quien no se apuntaba se olvidaba de su deuda. Cada día las provisiones menguaban y la recaudación se limitaba a unos nombres caligrafiados sobre aquel bloc de tapas rosas que acumulaba cruces y deudas. Unos regalaban a quienes les pasaban apuntes, otros hacían la vista gorda ante su amigo del alma, otros olvidaban apuntar al momento y dejaban de recordar al deudor. Total, un negocio absurdo, pero eso sí, divertido. De cualquier forma, el viaje soñado que se diseñó años atrás estaba a punto de realizarse y tampoco era cuestión de desistir por no haber conseguido suficiente financiación con los fosquitos o las caracolas de chocolate no cobradas. Porque sí, eso sí, además de concluir nuestro bachillerato en aquel internado del mejor modo posible, el viaje daría el toque de esplendor definitivo a aquellos años de convivencia. Ya habíamos viajado a Mallorca y esta vez sería un destino mediterráneo. Ya que el Mare Nostrum es tan amplio, las opciones empezaron por el Peloponeso y acabaron en…..Definitivamente la ilusión por viajar no iba de la mano de la financiación adecuada.

Jesús(defrijan)

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