miércoles, 5 de noviembre de 2014


.        Claudia

 

Podría decirse de ella que la simpatía se cuelga de su rostro para exhibir  al camafeo que cubrirá la nuez de los agraciados con su cercanía. Llegó con los vientos de levante que Eolo decidió dirigir al  mar interior donde las aguas nacen, donde las aguas fluyen, donde las aguas nunca se tiñen de negro. Trajo bajo su piel el ímpetu del Vesubio para dejar constancia de que las lavas de su elegancia batirían las  laderas con el fuego propio que renunciaría a sepultar a la Pompeya que la acogió. Más bien, sería su mar de alegrías el que derramaría olas de gratitud y deseos de aprender desde el lado cooperativo que desconoce de fronteras por saltarlas en búsqueda de nuevos alicientes que acumular en su mochila. Ella, sacerdotisa del templo de la elegancia, supo fusionar  entre valles y cerros el encanto al que difícilmente fueron capaces de resistirse los gladiadores voluntarios que ofrecieron sacrificios gustosos en las arenas del coliseo agradecido. Hubiese sido suficiente su presencia para derrumbar los cimientos de las murallas alzadas por las numantinas reticencias. Y así pasó. De puntillas para no pisotear, sabiéndose dueña de los méritos de su caja de Pandora, fue derramando actitudes de saber estar y saber asimilar para llevarlas consigo. Quizás el mismísimo Neruda le habría aconsejado al cartero la composición poética merecedora de tal belleza si el tiempo se hubiese detenido para hacerla presente. Puede que entonces hubiese sido capaz de reconocer los cánones etruscos de la belleza máxima que huye de patrones ficticios para hacerse terrenal.  Y habría acertado de pleno en los versos que al punto trazase desde la dicha de su compañía. De cierto que la mismísima Beatriz envidiaría desde el Averno la hermosura que la guía y bajaría la cabeza pudorosa al ver cómo Dante cambiaba de musa. Se ha ido, se ha mudado, pero permanecerá aquí. El escenario que las cuestas diseñan y los ríos esculpen entre las noches pobladas de luces ya la extrañan. Saben que  Claudia, la amiga Claudia,  siempre tendrá en su corazón un hueco reservado para quienes tuvieron la suerte de conocerla.. Eso nadie, ni siquiera, los que tengan la fortuna de compartir su futuro, podrán evitarlo, por más que se empeñen.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario