Corazón solitario
Doy fe de que
estas peregrinas letras teñirán de púrpura tu rostro cuando descubras que te
son dedicadas. Siempre has esquivado el reflejo enmarcado para que el halo de
tristeza no te delatase como el vulnerable que eres y mejor conoces. Esa túnica
que ha ido ocultando tus cicatrices se ha convertido en la peor de las celdas
en las que el desencanto suele habitar cuando las soledades ofrecen su compañía.
Y a ellas te has encomendado buscando esa tabla de salvación que apenas flota
cuando las fuerzas flaquean ante las contracorrientes a las que te ves
sometido. Han cuidado de ti desde la atalaya en la que suelen exhibirse las
razones sin entender que tus auténticas razones las repudian. Tú, siempre tú,
te has dejado guiar por los timoneles de la pasión a la que tan a menudo has
tenido que renunciar bajo los auspicios de la incomprensión. Llevas tatuada la
marca del galeote condenado a remar contemplando las espaldas de otros
desgraciados que se suman contigo en el rítmico movimiento que la penitencia
impone. Sueñas con la irrupción del espolón de proa en el costado de babor de
cualquier otro navío que intente cruzarse en tus rutas, y mientras tanto compites
con los eólicos deseos que surcan los mares caprichosos. Sabes y callas. Y
callando retomas los argumentos para el juicio impune al que te someterás
sabiéndote culpable de antemano. Las togas se calzaron puñetas negras con las
que redactan absurdas conclusiones que te ignoran por principio y enlutan el
epílogo de tu existencia. Nada has pedido más allá del común latir tantas veces
negado. Y en los plenilunios a los que el insomnio te guió los reflejos nacidos
del manantial de sueños, se ciegan con los tarquines que el tiempo convertirá
en falsos barros de alfarero. Se esculpirá tu imagen a la que ni la más
insignificante elegía nacida de la caridad
pondrá epitafio. No será necesario que lo haga por ti. Tú ya diste
licencia para que así fuera y en la lápida marmórea que empieza a pulirse buscándote
el molde de tus letras se cincela con el escoplo más infame que el granito
soñase soportar. Nada ha significado para quien tanto ansiaba significar.
Supiste desde siempre que tu lugar estaba entre los nimbos que los vientos
jalean. Has comprobado que el anclaje de
la maroma atada al muelle lleva tu nombre y finges no saberlo leer, no quererlo
entender, no poderlo mecer.
Jesús (http://defrijan.bubok.es)
No hay comentarios:
Publicar un comentario