Un
santo varón
“Comprendiendo mis padres que
yo era, desde niño un arcángel tutelar, quisieron que estudiase la carrera, y
fuera sacerdote, no seglar….” Así comienza la canción cuyo título encabeza estas
líneas. Al hilo de la actualidad junto a los innumerables casos de corrupciones miles, están aflorando las
libidinosas prácticas de unos clérigos lascivos. Unos servidores de la fe que
entendieron que el mejor método para saltarse el celibato era el puesto por
ellos en marcha. Unos tunantes de sotanas negras que han teñido el alzacuellos con
los óleos de la sinvergonzonería del abuso basado en su propio credo. Quizás si
el tan traído y llevado voto de castidad se regulase esto no habría pasado.
Puede que si a los considerados carnales pecados se les eximiesen de tanta
culpa, el hombre que se antepone al cura habría tenido la posibilidad de
ejercer como segundo siendo el primero su cargo libre de carga. Y ahí es cuando
la letra de la canción que da título a este texto vuelve a ponerse de moda.
Además de recomendar su audición os anticiparé cómo un joven al que sueñan sacerdote
se anticipa y decide ser seglar, tras no pocas luchas internas entre el deseo
propio y el deseo ajeno por verlo en los altares oficiando sacramentos. La
chanza, la carcajada, está asegurada. Pero lejos de las notas musicales que
pudieran amenizar noches en garitos varios, la verdadera cuestión sigue sin
resolverse. No se trata de magnificar con argumentos fílmicos el morbo que llevaría al paso previo
por la taquilla. Se trata sencillamente de considerar lo absurdo del
planteamiento que olvida la condición de hombre que cualquier sacerdote lleva
desde que nace. La extensa lista de primas y tías que ejercieron de amas de
compañía y cuidado de los mismos, daría fe de lo que la fe escondía. Tan
injusto resultaría incluir a todo el clero en este rebaño como negar la
evidencia para preservar a la recua de pastores en conjunto. Lo que a todas
luces resulta inadmisible es el aprovechamiento de la superioridad moral para
saciar tus apetencias con indefensos bajo tu tutela. Quiero pensar que algún día
llegará en el que la norma normalice lo anormal. Posiblemente en algún Concilio
venidero se regule las querencias de los servidores divinos y no por ello dejarán
de ejercer su misión. Muchos hemos visto como llegaron reformas anteriores y el
mundo no se vino abajo. El practicar o no, ya cada uno lo decidiremos. Pero
poner paños calientes a la injusticia además de restar credibilidad a los
postulados genera rechazo firme. Por cierto, el estribillo de la canción
mencionada dice “huir de mundanos,
livianos placeres, ¡yo quiero ser padre, pero sin mujeres!” Pues eso.
Jesús (http://defrijan.bubok.es)
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