El sirtaki de Yanis Varoufakis
Ha nacido una estrella.
Indiscutiblemente, desde la Grecia denostada por unos y encumbrada por otros,
la estrella de este profeta dylaniano anuncia que los tiempos están cambiando.
Y lo hace desde su chupa de cuero y su cabeza rapada desde la que trasmite una
imagen más propia de guardaespaldas o de portero de discoteca que de experto
economista como es. Ha entonado el sirtaki para que aquellos que ignoran los
pasos que necesita bailar el vilipendiado comiencen a practicarlo. Ha conseguido tomar el té como si estuviese en
el salón de una tía abuela que emigró a
Albión hace años y a la que ha realizado una visita de cortesía. Seguro que el
yogurt casero que le ofrecerá superará con creces el regusto de la infusión o
el amargor de la cerveza que contenga
sabores nibelungos. Entre ambos parece que están repasando las peripecias de la
familia que perdura más allá del Egeo mientras suenan las cinco en el reloj de
pared. Un crack, sin duda. No se inmuta ni ante la presencia de las cámaras que
diseccionarán cualquier detalle que le nazca ni ante los pulcros trajes que le
prestarán oídos y negarán créditos. Él tiene claro el mensaje que aprendió de
los romanos que buscaron la muerte de Viriato a manos de un traidor. Si Roma no
pagó a traidores, Grecia no iba a actuar de modo distinto. ¿Alguien ignora en
la rancia Europa que los helenos precedieron a los romanos? Si es así, siguen
demostrando ser unos bárbaros a los que no merece la pena hacer caso. Este
pueblo que encumbró a la Tragedia, ya tiene el cupo lleno y no está dispuesto a
representar en vivo nuevas versiones potenciadas desde el Norte. Por eso, él, Yanis el Magnifico, ha dejado sin patrón ni
medidas al modisto alemán que tan sutiles trajes cose a tan oronda Venus. Ha decidido que quienes
cebaron la deuda carguen con ella y punto final. Por de pronto en su turné, a
modo de estrella rockera, sigue cosechando simpatías y sin duda seguidores. Ha abierto el foro de la
Acrópolis a todo un Continente que contempla estupefacto cómo los desahuciados
han alzado la voz y depositado su confianza en quienes les aseguraron
esperanzas a rédito soportable. Y sí, seguro que sí, alguien en la Troika, ese
tribunal inquisidor al servicio de los prestamistas, se está palpando la ropa.
No midieron las consecuencias de su oprobio hacia los débiles y empiezan a
entender que han perdido la mano del juego que ellos mismos promulgaron. Se ha
roto la baraja y ahora quien reparte es un
“cabeza rapada” con tanto juicio como sentido común. En el mejor de los
casos, estoy seguro que propondrá a los acreedores una liquidación de la deuda
tal en la que los débiles exijan el pago
a los soberbios por haberles legado la raíz del pensamiento. Estos de ahora sólo son los
dueños del sufrimiento, eso sí, ajeno, y ya está liquidada tal deuda.
Jesús (http://defrijan.bubok.es)
No hay comentarios:
Publicar un comentario